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La llama doble del ChatGPT

  • Foto del escritor: Dr. Junípero Méndez
    Dr. Junípero Méndez
  • hace 19 horas
  • 2 Min. de lectura

Cada vez más personas solitarias encuentran la ilusión de compañía perfecta en esta silenciosa herramienta.


Estimados lectores: El advenimiento de la inteligencia artificial como un adelanto tecnológico de cada vez mayor uso entre la población, ha traído una respuesta ambivalente entre los usuarios.


Se le aprecia y valora como una herramienta que puede abreviar y mejorar tareas de otro modo largas y trabajosas, pero al mismo tiempo se le teme como una fuerza que puede tomar independencia de la voluntad humana, y dominar, pues se le asume como superior.


El psicoanálisis puede rastrear reacciones psicológicas similares, a lo largo de la historia, ante los grandes adelantos tecnológicos de cada época. 


Similares angustias manifestaban los filósofos ante la explosión del Renacimiento, o los miembros del sistema de producción individual-artesanal, ante la revolución industrial, o ante la sorpresa de la energía atómica; es decir, el temor de que el adelanto traiga más desgracia que progreso, de que el invento se vuelva contra su creador: El síndrome de Frankenstein. 


Lo anterior expresa el sentimiento inconsciente de culpabilidad, de estar transgrediendo un orden previo, de rebelarse, superar y derrotar a las estructuras que hacen la función de figuras de autoridad, (los padres en la memoria inconsciente), y por ello temer el castigo en las consecuencias del acto productor de algo nuevo, que ejerce fascinación y miedo.


Hay grupos de población vulnerables, en particular los jóvenes, nativos digitales, que han encontrado en algunas aplicaciones como ChatGPT, un interlocutor permanentemente disponible, que no juzga ni critica.


Y que tiene como dinámica de interacción con el usuario, una serie de preguntas y sugerencias exploratorias, que permiten que el usuario se explaye sin límites, antes de proponer una serie de sugerencias, no consejos concretos, con las que el usuario puede convenir o disentir.. y el ChatGPT continuará atento y disponible. 


Cosa parecida no puede encontrarse en ninguna persona real, por más empática que sea. Al estar recibiendo las confidencias de un amigo o familiar, sienten la premura de opinar, interrumpen el desahogo del sufriente, para ofrecerle un apresurado consejo, que, intentando diluir su sufrimiento, resta importancia a la naturaleza de su problema.


No es de extrañar que cada vez más personas solitarias encuentren la ilusión de compañía perfecta en esta silenciosa herramienta, mientras el mundo interpersonal real se vuelve más bullicioso, densamente interconectado, y paradójicamente superficial y ajeno.


El éxito que las psicoterapias de orientación psicoanalítica, han mostrado desde hace casi un siglo, se debe a su método basado en la escucha cuidadosa del paciente, en la facilitación de la expresión de sus emociones, recuerdos y dificultades, y escasamente en la intervención directa del analista.


Más que asustarnos o entusiasmarnos en exceso con esta novedad tecnológica; podríamos aprender del ChatGPT, que los seres humanos necesitamos más escucha que opinión, más desahogo que consejo, para ver los mejores frutos de nuestra inteligencia individual. 


Finalmente, la inteligencia artificial no es otra cosa que el producto de las inteligencias humanas individuales, combinadas con un orden y concierto.

 
 
 

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