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REFLEXIONES NEUROPSICOANALÍTICAS

Foto del escritor: Dr. Junípero MéndezDr. Junípero Méndez

Es un privilegio compartir esta mesa con expertos en el tema. 

Es inevitable comenzar con el aserto de que fueron los estudios de Kandel sobre la existencia de dos clases de memorias, la explícita o declarativa o biográfica o consciente, en contraposición a la implícita o emocional o de procedimientos o inconsciente, lo que renovó el interés de las neurociencias por los procesos psicológicos en general y los fenómenos inconscientes en particular. 


Algunos psicoanalistas estuvimos complacidos con ver probadas desde otro marco de estudio, las hipótesis generales con las que ya trabajábamos, tal como en su momento Freud predijo el momento en que el aparato mental que él estaba describiendo en términos metafóricos, finalmente habría de ser descrito en términos anatómicos.   

Hace pocos años, durante el congreso de la asociación psicoanalítica mexicana, en foro de tema similar, David Nelson López Garza expresó que el neuropsicoanálisis no era el entendimiento de los problemas psíquicos pensados en términos neurofisiológicos, sino el acto de llevar la terapéutica psicoanalítica, con las modificaciones pertinentes, al tratamiento de los pacientes con lesiones cerebrales.  


Aquella opinión me pareció radical o parcial, pues si bien es cierto que en una de las obras fundantes de la disciplina -los ya célebres Estudios clínicos en neuropsicoanálisis-efectivamente nos muestra a los Solms, Karen y Mark, atendiendo psicoanalíticamente a pacientes con lesiones cerebrales, sus exposiciones no concluyen con la narrativa de la evolución clínica, sino que extrapolan los hallazgos de cada etapa a una explicación que se relaciona con modos de organización de la experiencia subjetiva de los pacientes, experiencias y observaciones correlacionables con un aparato psíquico que predominantemente concuerda con los postulados de la metapsicología.  


La etapa en que la anatomía de las lesiones cerebrales eran correlacionadas con la naturaleza de la experiencia subjetiva del individuo ha sido subsumida en el progreso de métodos de estudio de imagen funcional y pruebas neuropsicológicas en individuos con todo tipo de síntomas, lesiones y ausencia de los mismos. Desde el linaje cognitivo de Luria, El localizacionismo estrecho dio paso al localizacionismo dinámico y éste a su vez a la unificación de funciones en un complejo sistema de representaciones que al traslaparse se expresan como un abstracto pero omnipresente sentido de sí. 


La consciencia, el juicio de la realidad, las fantasías, la imaginación, los sueños, las representaciones mentales, las representaciones cosa y las representaciones palabra, la integración de los aspectos libidinales y agresivos de las representaciones de sí y de los objetos, las manifestaciones conscientes del id, etc, son conceptos cuyos correlatos neurofuncionales, que no anatómicos en el sentido concreto, son cada vez más aproximados. 


En la parte final de la entrevista que le realizaran Salas y Palmer en 2019 durante el congreso de neuro psicoanálisis en Santiago. Oliver Turnbull se cuestiona que Si bien el neuropsicoanálisis como disciplina puente entre las que estudian la mente y el sistema nervioso, y sin pretender dar evidencia o peso a ninguna escuela psicoanalítica, ha aportado entendimientos profundos sobre el proceso cognitivo, tanto en su organización consciente como inconsciente, el reto al que parece estar siendo concitado es la de responder cómo éstos entendimientos moleculares, de vías funcionales y concierto de áreas cerebrales pueden aportar herramientas a los psicoterapeutas en su tarea de atender pacientes cuyos problemas abarcan todo el abanico de la subjetividad, entre ellos nuestras preciadas neurosis sintomáticas y neurosis del carácter. Finalmente estaría yo conviniendo con David en el sentido de llevar el psicoanálisis a la cura de los procesos neurológicos funcionales, pero aquellos entendidos no como lesiones, sino como organizaciones funcionales que producen sufrimiento. Una especie de luxación afecto-cognitiva que el dispositivo analítico hace patente y pasible de acomodo individual, personalísimo. 


Aquí termino comentando dos asuntos que dejo sobre la mesa. El primero es su respuesta sobre el futuro enfoque de la investigación que ha de estar dirigido hacia la clínica: conocer de lo psíquico es sobre todo conocer como se siente ser una mente desde adentro, y en ello el factor emocional-afectivo es la base sobre la cual el proceso cognitivo de la realidad del mundo toma sentido individual. Desde el linaje emocional de Cannon, Damasio, Panksepp, lo cognitivo está subordinado-modulado por el desarrollo y el tono y funcionamiento de los sistemas de comando básico de las emociones, a su vez modulados por el estado de nuestras vísceras, que la realidad de nuestro ser y el mundo es moldeada por la parte más profunda y filogenéticamente más antigua de nuestros sistemas nerviosos. 



Ésta primera cuestión nos conduce a la segunda, con la que termino, un poco abrumado: este progreso que nos lleva a conocer el cómo, bajo el disfraz de nuestra consciencia, nuestros sistemas emocionales profundos asignan sentido a nuestras percepciones, el saber desde qué momento de la vida intrauterina somos seres sintientes, y por extrapolación, en qué medida los animales que utilizamos comparten una experiencia subjetiva que nos hermana, son conocimientos que si bien comienzan siendo datos cognitivos, inevitablemente tienen una repercusión afectiva que colectivamente se transforma en el conflicto ético-moral de nuestro sistema de creencias. 


Concuerdo con turnbull en la extraña conclusión de que una generación de psicoanalíticos abiertos a la neurociencia traerá, ahora o después, la reunificación de la neurología y la psiquiatría que hemos esperado por 150 años, ante el aplauso de algunos y el rechinar de dientes de otros. 

Muchas gracias 

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